El cine es, por definición, ficción y fantasía. Incluso la película más realista no está exenta de elementos falseadores de la realidad.
Trampantojos que amplifican, simplifican o directamente manipulan la verdad.
Empezando por la música extradiegética.
¿Es "normal" escuchar una orquesta sinfónica completa con un coro mixto de treinta voces en mitad de una batalla a campo abierto?
O, por ejemplo, ¿que una emotiva escena de miseria en los arrabales de una gran ciudad esté acompañada por el sonido impecable de un piano Steinway perfectamente afinado y exquisitamente interpretado?
No parece lógico y, sin embargo, estamos acostumbrados a asimilar así las historias, lo aceptamos con mucha naturalidad.
Sí, hacemos estas concesiones en la musicalización de escenas del mundo real sin inmutarnos.
Y está admitido que "queda bien".
La musica agregada no necesita evocar la época, el lugar, ni ninguna otra de las características de la historia.
Bien es verdad, que en muchos casos sí que lo hace y justifica su función por ello.
Pero me refiero ahora a esa otra música, la puramente emotiva.
La que está ahí, simplemente, para movilizar anímicamente al espectador en algún sentido.
Componer música para cine siempre es divertido, estimulante y demás.
Pero componer música para Cine Fantástico se presenta como el summum de la invención.
Los personajes son nuevos, ni humanos, ni animales. Los paisajes, inexplorados.
Las situaciones, nunca vistas.
¿Qué música poner? ¡Vale todo!
(Ejem! ......lo que diga el director. Jajajaja)
Si la secuencia representada es inventada, si no necesitamos hacer referencias de tiempo o espacio, parece que se nos abre un abanico de posibilidades bastante amplio por delante.
Voy a comentar un caso concreto.
He empezado esta entrada porque he estado componiendo la banda sonora de una película de fantasía.
En un primer momento la tentación era utilizar los sonidos más extraños. Explorar sintetizadores y efectos especiales a porrillo.
Luego, en una pirueta creativa y, por seguir la narración, que lo pedía en determinada escena, se me ocurrió "jazzear" el tema.
Todo esto se compuso y se aplicó. Como prueba. Y se desechó.
Finalmente y tras las conversaciones pertinentes con dirección, se llegó a una conclusión: la historia se ha concebido como cine de aventuras, de fantasía, CLÁSICO.
Se reclama una banda sonora contundente, con su fanfarria de metales, gran conjunto de cuerda, sus timbales y platos.
Así pues, el encargo es escribir una .....
La orquesta sinfónica es capaz de conseguir millones de matices sonoros.
Las situaciones fantásticas se pueden dibujar con los timbres del viento madera, la profundidad de los contrabajos
y el graznido o delicadeza de los metales.
Los timbales se aceleran, los platos bisbisean o chocan violentos.
No hacen falta sintetizadores para irse al futuro o al bosque de las hadas.
Escribir para orquesta es lo más divertido de todo. Pero componer obras orquestales para cine requiere tener en cuenta al espectador.
Verá la película, se levantará y se irá de la sala. La música que ha escuchado no la puede reescuchar.
Ha de ser contundente, entendible, amable y eficaz en una primera escucha. Y posiblemente única.
¿No requiere eso de un mayor cuidado?
Bien. Ahora voy a entrar en polémica. No es nueva la idea de que los compositores de cine son de peor calidad que los clásicos compositores de concierto.
Por favor, no empiecen a protestar, que no suscribo en absoluto esa afirmación.
Obviamente muchos compositores han hecho de todo. Pero algunos han centrado su carrera en el cine. Y han demostrado un talento y genialidad palpables.
En mi opinión, la pieza para cine tiene un componente, aunque sea pequeño, de "música para todos los públicos", en el sentido al que me refería anteriormente, de no muy difícil asimilación. Si el/la director/a se entera de que el público está analizando nuestra música en vez de estar inmerso en la historia, es muy probable que no se sienta cómodo.
Eso implica que la música que suene puede ser genial o mediocre, pero apta para todos los oídos y simple en su "sentir".
Grandes compositores clásicos han podido ser (y han sido, de hecho) utilizados para ambientar cine fantástico. Desde Beethoven a Stravinsky en la gran "Fantasía" (Disney, 1940).
Y grandes compositores contemporáneos se dedican a componer para este género.
John Williams, Danny Elfman, por mencionar a dos, nos muestran todo lo que una orquesta sinfónica puede hacer para recrear las imágenes más extraordinarias.
Sigamos en ello.
¡Queda mucha música fantástica por escribir!
En este blog iré publicando entradas relacionadas con la Composición Musical de Bandas Sonoras. A medida que surjan noticias de producciones propias o ajenas interesantes, intentaré, en lo posible, ir actualizándolo.
Música para medios audiovisuales · Ángela Mintegi · Tel: 606 91 20 66
Aviso Legal - Mapa Web - Accesibilidad - Diseñador Web Diseño web profesional